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Ojalá no lo traduzcas

Hoy sí. Elijo explotar.  Me gustaría estar enfadada, pero no hay ganas de gritar, sino de desbordar todas las lágrimas. No hay rencor ni lo habrá, sólo impotencia.  Te rindes, no te culpo. No sólo era la distancia, también el idioma y las diferencias culturales. No puedo obligarte a seguir con algo que no tenía sentido. Que por tener, no teníamos nada. O quizá lo tuvimos todo en Grecia y no lo sabíamos. 

Comparte esto si te atreves

El mando a distancia nos permitía cambiar de canal con facilidad transmitiéndonos sensaciones de libre elección. Pero ahora se trata de introducirnos en la pantalla. Somos comentaristas para que nunca dudemos de que somos los dueños del juego. Y sí, puede que castigar al influencer por el mínimo error o cancelar a alguien por un comportamiento poco ético, se parezca un poco a tener poder. Pero no es poder cuando se utiliza el discurso de falso colectivo que nos venden. Ese discursillo de "romper fronteras” o de “tu opinión importa”. Sin embargo, cuando nos sorprende el grado de abandono que sacude a una parte de la población o la alerta de contaminación que aumenta en la Tierra, lo achacamos al tamaño ingestionable del planeta o a la ineptitud política. Vamos, el caso es echar balones fuera cuando tenemos parte de responsabilidad.  Seré clara: de ser real la exposición y no una impostura, la imagen resultante sería de un dolor insoportable. Pero si dejas la amargura de la vida fue

Fondos de Inversión

  Nunca pensé que estar en una relación sería como tener una deuda. Algunas veces me da por pensar que ojalá nunca hubiera invertido en ti, así no viviría con vértigo. Sin embargo, sigo arriesgando todas mis acciones para que las mañanas sean menos agrias. Por culpa de tu sonrisa, no me sale el balance. Me importa una mierda que se caiga La Bolsa, si no decrece tu valor. Y no joder, no me asusta que seamos de distintos mercados. No me duele que pertenezcas a otras carteras. Pero sé que he perdido cuando apostándolo todo, me declaro insolvente.

ANESTESIA

No me apetece escribirte abstracto, quiero hacerlo explícito.  Sin opciones, muchos peros. Ya no compro consejos, no llegan las disculpas. Las palabras se rompen en mis labios. Restos de rímel por las mejillas. Me tiembla la mano cuando sostengo. 

DESPUÉS DE LA GUERRA

La cola llegaba hasta el antiguo Museo Infanta Sofia, ahora nunca adivinarías lo que era. Es fácil perderte. Todo es gris, una neblina de polvo que te hace estornudar y restos de edificios. Cada vez que encuentran un cadáver, se escuchan gemidos. La ciudad nunca está en silencio.  Cada vez es más difícil pagar el precio que piden. Esta vez he elegido no comer hoy. Creo que también fue la decisión de ayer. No lo sé, los días se me mezclan.  Al fin llego a la meta. Atravieso la barrera de seguridad. Pago el precio, me vuelvo a subir las bragas. Extiendo la mano, me la entregan. Observo la pastilla redonda con un logo de sonrisa. Cierro los ojos y me la meto en la boca. Abro los ojos, ya no hay gris, veo colores. Sonrío.

Carossol

No puedo ser más estúpida. Me has vuelto vulnerable, me has involucrado en conflictos que no eran míos, me has echado la culpa de hasta tu estado de ánimo, has intentado poner a todos nuestros conocidos en mi contra, has minimizado mis éxitos, me has ilusionado cuando estabas lejos de tu pareja, me has utilizado como saco de boxeo, has deseado que me despidan y me quede sola. Me has humillado. Me has destrozado. Estoy rota. Y aún así, recuerdos me vienen a la memoria y me derrito. Te veo vulnerable y te ayudo. Te noto distante y me arrastro. Te elijo y me escondo. Te quiero y me aguanto.

COMODÍN

Te quedas sin aire. La espalda cargada. Aguantas las lágrimas pero alguna se escapa. Agachas la cabeza, los mechones de pelo te cubren el rostro. Cuando te recuperas, miras al rededor. El grupo sigue animado, riendo y bebiendo. Te molestan sus gritos. De repente, te sientes pequeña. Un nudo en el estómago que no te deja dar otro trago a la cerveza. Deseas irte corriendo. Parpadeas repetidas veces, no quieres que te vean llorar. Estas sudando, pero escalofríos por tu espalda. No eres capaz de decir ni una sola palabra. De nuevo, se te nubla la vista. Devuelves la mirada al móvil y sigues escribiendo.