COMODÍN

Te quedas sin aire. La espalda cargada. Aguantas las lágrimas pero alguna se escapa. Agachas la cabeza, los mechones de pelo te cubren el rostro. Cuando te recuperas, miras al rededor. El grupo sigue animado, riendo y bebiendo. Te molestan sus gritos. De repente, te sientes pequeña. Un nudo en el estómago que no te deja dar otro trago a la cerveza. Deseas irte corriendo. Parpadeas repetidas veces, no quieres que te vean llorar. Estas sudando, pero escalofríos por tu espalda. No eres capaz de decir ni una sola palabra. De nuevo, se te nubla la vista. Devuelves la mirada al móvil y sigues escribiendo. 

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