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Validación Moral

Hace casi un año que no escribo nada nuevo en el blog. No es coincidencia. No he querido reflexionar, ni hacerme preguntas, ni escucharme. Sólo he hecho comparaciones y me he presionado hasta tal punto que no toleraba ni una lágrima. Ni una queja. Ni una excusa. Pero hoy es de esos días en los que podrías leerme con tan sólo mirarme. Se me escapan las palabras como balas perdidas. Sin dirección, sin intención, contra y para nada.  El constante positivismo me sofoca. No me están escuchando de verdad. ¿Yo me aíslo o vosotros no reconocéis el impacto de una situación? Quizá mañana me levante y decida ponerme a gritar, estrellar el ordenador contra el suelo, borrarme de todas las redes sociales, encerrarme en la habitación o no volver a casa hasta la noche, llorar descontroladamente, no comer durante días o perder el control de lo que como, hacer las maletas... Porque la verdad, no creo que pueda seguir soportando un positivismo exagerado y artificial.  Cada uno tiene sus guerras internas,

Lo aprendido es deuda, 2024

Mi 2023 se podría resumir en una sola palabra: satisfacción.  A pesar de que empecé el año desilusionada y con el corazón ahogado, he conocido a gente increíble y he recogido los frutos que había estado sembrando con tanto esfuerzo. Sin embargo, también he tenido ciertas experiencias que se han convertido en cuatro valores importantísimos para el próximo año: 1. No voy a ayudar a personas que no me hayan pedido ayuda. No sólo es egocéntrico pensar que tú lo harías mejor de estar en su lugar, sino que además la mayoría de las veces no vas a conseguir cambiar sus decisiones porque son sólo suyas y necesitamos vivir esas experiencias para no querer que se repitan. 2. No voy a ir ningún sitio por compromiso , porque no me quiero sentir vulnerable ni incómoda ni culpable. Al final del día, quiero meterme en la cama teniendo claro que todo lo que he hecho ha sido decisión mía.  3. No me voy a rodear de gente insegura que finge no serlo . Suelen ser personas con la lengua envenenada, intenta

Enemistad

Siempre he sido yo la que ha tomado la decisión de irse, aunque el miedo a la soledad tambaleara mis palabras.  Pero lo que me ardió el corazón cuando fuiste tú la que se fue. Y no sólo dejaste dudas y rabia. Me devolviste la imagen de la niña aguantándose las lágrimas cuando nadie quería ser su compañera.

Dudas

Corazón abierto en mano, pero a qué precio.  Acceso ilimitado a tu mente y por qué sangro.  Sinceridad como código, consecuencias violentas. Un presente que carga con un pasado agrietado, mirará siempre hacia un futuro insostenible.

0 km

Qué difícil es callarse los celos. Me nublan la mente, me empañan los ojos. Sin justificación, no hay exclusividad. Los “te quiero” se quedan en palabras mudas. Sorda no soy, pero no te escucho cuando temes. Contigo no me valen los verbos en condicional, sólo en futuro simple.  YO siendo intensa e irracional. TÚ siendo precavido y justo. Abandona las dudas para que estos pronombres sean un NOSOTROS.

Ojalá no lo traduzcas

Hoy sí. Elijo explotar.  Me gustaría estar enfadada, pero no hay ganas de gritar, sino de desbordar todas las lágrimas. No hay rencor ni lo habrá, sólo impotencia.  Te rindes, no te culpo. No sólo era la distancia, también el idioma y las diferencias culturales. No puedo obligarte a seguir con algo que no tenía sentido. Que por tener, no teníamos nada. O quizá lo tuvimos todo en Grecia y no lo sabíamos. 

Comparte esto si te atreves

El mando a distancia nos permitía cambiar de canal con facilidad transmitiéndonos sensaciones de libre elección. Pero ahora se trata de introducirnos en la pantalla. Somos comentaristas para que nunca dudemos de que somos los dueños del juego. Y sí, puede que castigar al influencer por el mínimo error o cancelar a alguien por un comportamiento poco ético, se parezca un poco a tener poder. Pero no es poder cuando se utiliza el discurso de falso colectivo que nos venden. Ese discursillo de "romper fronteras” o de “tu opinión importa”. Sin embargo, cuando nos sorprende el grado de abandono que sacude a una parte de la población o la alerta de contaminación que aumenta en la Tierra, lo achacamos al tamaño ingestionable del planeta o a la ineptitud política. Vamos, el caso es echar balones fuera cuando tenemos parte de responsabilidad.  Seré clara: de ser real la exposición y no una impostura, la imagen resultante sería de un dolor insoportable. Pero si dejas la amargura de la vida fue