LA PUERTA
Se encontraba ante el símbolo de la verdad absoluta. Había luchado mucho hasta llegar a aquella puerta. Una vez dentro, tendría derecho a formular una sola pregunta y obtendría una respuesta irrevocable. Debía girar el pomo tres veces para abrirla. Creía tener clara la pregunta, pero, al tocar el cobre del pomo, la duda se arremolinó en su garganta, secando cada una de las palabras que iba a pronunciar hasta convertirlas en grietas. Giró una vez el pomo. Siempre le había dado miedo el futuro, que sus expectativas no se cumplieran; por eso, le pareció la cuestión más importante. Sin embargo, había comprendido a lo largo del camino que quizá el futuro tenía más que ver con el pasado. Creyera o no que el tiempo era cíclico, tenía sentido que lo que la había definido en el pasado, marcara su futuro. Además, si su destino ya estaba fijado, se habría determinado desde el comienzo de su vida, no al final; por lo que las respuestas deberían estar al principio. Giró una segunda vez el pomo....