QUERIDO HIJO DE PUTA:

Me gustaría que fueras el gran problema. Que mi mal humor llevara tu nombre. Que mi insomnio fuera culpa tuya. Que mantenerme a la espera de uno de tus mensajes fuera tortura. Que me desahogara escribiéndote en mi diario. Que te gritara de rabia. Que te llorara. Sabría cómo lidiar con ello.

Pero la verdad es que tú no entras ni en el top cinco de mis problemas, cariño.

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