ANA

Llegaste un día entre hojas en blanco y bolígrafos en mano. Eras un culo inquieto, un más fuera que en casa, un "me apunto". Puro caos sobre ruedas. Derribaste todos mis muros. Me conquistaste hasta el punto de llamarte esposa. Contigo nunca fui más yo. Éramos aquella tarde de cervezas y patatas fritas, esa noche de acampar ilegalmente en el bosque, esas fiestas locas en Punta Umbría, esos planes improvisados, esos gritos en el parque de atracciones, esos besos tontos de provocación en Nazca. Pero cerraste la puerta. Ya no me dejas entrar. Nunca te encontraste o eso piensas. Sí, lo hiciste. Te dio miedo, no encajaba con las versiones que los demás tenían de ti. Dices que no, pero yo también derribé tus muros. Hoy eres lo que otros quieren que seas. Ana, despierta de una vez.

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